sábado, 12 de julio de 2014

Cuento corto: "La rana que no sabía que estaba hervida"


Muchas situaciones no suelen aparecer de un día para otro: determinadas dolencias graves físicas o mentales, el deterioro de una relación personal... sino que realmente son fruto de un desgaste gradual, generalmente a lo largo de años y años. Lo que pasa es que no le damos mucha importancia a los pequeños síntomas, casi ni los sentimos, nos vamos conformado dejándonos caer en la rutina diaria, y así esta apatía nos mantiene inmóviles con lo que el problema es cada vez mayor y puede que cuando nos demos cuenta sea, muchas veces, ya tarde.

 
Es importante tomar conciencia de cómo va transcurriendo nuestra vida para así, poder atajar esas pequeñas contrariedades fáciles de solucionar al principio, pero no tanto cuando estamos metidos de lleno en ellas.. No dejemos que nos pase lo que a la protagonista de la siguiente historia:
 
"Imaginad una cazuela llena de agua fresca, en cuyo interior nada tranquilamente una rana.
 
Empezamos a calentar el agua a fuego muy lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando.

La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.

Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más.

Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.

Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, la rana se habría puesto a salvo saltando fuera del recipiente".


Marty Rubin

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